«Encuentro de espíritus»

   Llegó  hasta la línea blanca de tiza  trazada sobre el suelo del patio, siendo la vuelta número nueve y faltaba once para completar la rutina que tenía Cervantes antes de acostarse, en eso escuchó un fuerte  ¡Cataplún! ¡Cataplún!  sintiéndose nervioso con una piel de gallina intrigado preguntándose ¿sería el viento o algún roedor? en fin se llenó de valor  dirigiéndose hasta la cocina muy amplia hecha  de arcilla y madera, y para saber lo que estaba ocurriendo llevó un calendario, que a pesar de los siglos seguía funcionando. Dio pasos silenciosos, aunque sin razón lógica, ya que el era  un espíritu, estando en la cocina encontró  varias vasijas rotas sobre el suelo de terracota e inmediatamente vio la presencia de un hombre alto  de  bigote largo  con un traje , armadura y accesorios de acero, de tal manera le dio un soponcio cayendo desmayado, largo a largo, sobre el suelo. En eso unos  chubascos cayeron sobre el rostro, y poco a poco, abría los párpados contemplando la presencia de aquel hombre, que sin duda era Don Quijote de la Mancha, estaba totalmente paralizado sin creer lo que estaba viendo , dándose varios pellizcos y estrujándose  varias veces los ojos para comprobar que fuera cierto, pero sin duda era aquel hombre, el personaje tan importante de su obra. Entonces después de una larga pausa Quijote ayudó a levantar a Cervantes y mantuvieron una conversación de diferentes  temas, y cerca de la cinco de la mañana  Quijote acordó con Cervantes de escribir la segunda parte de su vida, una idea descabellada pero hermosa. Así pues, se dispuso a escribir  sobre aquel escritorio  de la  alcoba con estilo rústico y minimalista, mientras tomaba  té de jengibre, que no solo le aclaraba la garganta, sino también las ideas. En tal sentido, estuvo escribiendo durante ocho horas al día, con una hora de descanso, y los domingos destinados a la pintura, hobby que lo llevaba oculto. Terminó la novela en seis meses , tiempo propicio para  presentarla  en la feria del libro, acto seguido se dirigió hasta la editorial siendo impreso varios ejemplares de la segunda parte de Don Quijote de la Mancha, destinados a los estantes de la feria del libro por la madrugada. A las diez de la mañana la organizadora de la feria tropezó con los libros dentro de una caja, y al leer la portada quedó paralizada sin tener la menor idea de tan compleja situación  de la  que jamás llegaría a tener respuesta, quedaría un total misterio, sin embargo sintió que era importante exponer los libros y venderlos, diciéndole a los clientes que era un nombre artístico que utilizó el escritor como estrategia de marketing. En eso se formó una inmensa cola de personas para poder adquirir tan auténtica reliquia. La noticia llegó hasta los oídos de Quijote y Cervantes, por lo que el corazón palpitaba con estallidos de alegría junto a las pupilas dilatadas y una sonrisa de luna en fase lunar. Celebraron con unas cuantas cervezas barricas.